viernes, 3 de febrero de 2012

CARTA AL DESTINO 5: "Sobre el miedo al vacío"




3 de febrero de 2012

Querido amigo,

He vuelto luego de un largo viaje por La Ausencia.
Sin embargo, siempre estuve aquí, y también allí. He andado conquistando verdades fugaces que ni recuerdo excepto por  algunas evidencias: breves frases maravillosas. Aquí te comparto una de ellas: ”lamentablemente a veces, no nos queda otra que hacer las cosas por las malas” dicho por un muchacho de exuberancia latina hablando por celular con alguien que nunca sabré. Sin duda alguna, aquel fue un verdadero momento de existencia, un acento violento gestado caóticamente entre y desde las particulares entrañas de la totalidad citadina en su ritmo común; y que cambió definitivamente el curso de mi pensamiento e imaginación, instalándose desde entonces y para siempre en mi valiosa y selectiva memoria corporal. Esto es maravilloso.

Ahora estoy tomando un fernandito, y miro por la ventana la ciudad bajo el calor (que es fuego de aire, agua y sol), y me pregunto si algún día volveré a encontrarte. Escribirte es de esas acciones que son vitales aunque no entienda porque me apasiona hacerlo sabiendo que nunca recibiré tus respuestas. Aún así, se que existes y lees mi carta. ¿Será ésta la evidencia de uno de los mayores miedos? ¿el miedo al vacío?, ¿por ello la desesperada necesidad de la mirada del otro asi como necesitamos la luz o alimentarnos para seguir viviendo?

Y hablando de esta necesidad y de la sinuosa frontera que nos acerca hacia su costado peligroso: el mundo virtual (refiriéndome particularmente cierta red social desquiciada) He vivenciado conscientemente la cantidad de pavadas que podemos hacer para captar la atención del otro indiscriminadamente, a quién creemos necesitar cada vez mas (aunque sea intangiblemente), mostrando hasta el límite mas recóndito de la intimidad, o accionando públicamente las mas imperdonables muestras de estupidez, intelectualidad y cursilería.  Así, existiendo en su mirada y la de otros miles de vouyeristas hambrientos, no nos sentimos solos y nos sentimos importantes, creemos y buscamos trascender. Pero ¡ojo!, creyendo que nos reencontramos y compartimos solo estamos cargando cada vez mas el espacio inmenso que ocupa ese miedo a la insaciabilidad del ser, como si no llegaramos nunca a tierra firme, o nadásemos en un río que no va hacia ninguna parte, como el laberinto en linea recta de Borges en el que jugamos a dividirnos, un gran juego limite con la esquizofrenia.

Si, la mirada del otro es tan necesaria como la luz y la alimentación para vivir, forma parte y construye nuestro Cuerpo, por ello te escribo; el miedo al vacío habita en la imagen atractiva del engaño.
Y si, es cierto, lamentablemente a veces, no nos queda otra que hacer las cosas por las malas.

No se donde estaré, no podrás encontrarme.
Te escribo pronto, El Crudo

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