lunes, 23 de julio de 2012

CARTA AL DESTINO 10 : “Una danza con helado al frío polar”


Querido amigo, ¿que pensás de los acuerdos silenciosos?

Fijate esta secuencia…

Aquel día había comenzado tan abrumador que solo saliendo a caminar sería feliz, necesitaba despejarme, pero el frío era tal que tuve que entrar en un bar y mientras comía un flan mixto con una copa de vino miraba por la ventana.

Eran aproximadamente las 16.30hs de un lunes, cuando entra al bar una mujer, bien vestida para el día que acontecía pidiendo pasar al baño (hasta ahí todo normal), la dejaron pero tenía que esperar un ratito. Mientras tanto afuera la esperaban un grupo de 4 jóvenes y otra mujer, supongo que se trataría de hijos, sobrinos o parientes de algún tipo.

Reitero el frío era insoportable (transitábamos una ola polar que tiende a guardar a la gente como a los osos en sus cuevas) sin embargo cada uno de ellos –todos los que la esperaban- comían un helado de los que se compran en kioscos (claro! no había heladerías abiertas por la zona). De golpe, algo en ese hecho hizo que les preste mas atención, y ahí lamenté no haber tenido una cámara porque lo que vi es casi imposible de mostrar en palabras.

No eran extranjeros, a lo sumo de algún país limítrofe, pero lo mas probable es que fueran de alguna provincia, de vacaciones por Bs As.
Si bien comían helado a la intemperie con ese frio descomunal, ellos no manifestaban gestos de tensión en su cuerpo ni en sus rostros, sin embargo tampoco podían quedarse quietos, y fue en este detalle que encontré una maravilla.

Sus movimientos eran independientes, ellos no se miraban a la cara y sin embargo estaban sincronizados, tenían una clara cadencia de danza mínima, de lado a lado y de avance hacia algún punto, parecía una especie de vals. Pero esto no es todo, el movimiento de estos pasos era rítmico (siempre dentro de lo cotidiano), su cadencia lenta pero firme, balanceándose en el lugar, cambiando a otro, girando y moviéndose en sentido contrario. Cada tanto se decían algo pero no mantenían un diálogo continuo.  Así, es que vi que con sus direcciones coordinadas entre si estaban creando una coreografía! Y ellos no lo sabían. Miraban cada tanto hacia adentro, pero no manifestaban en sus gestos ansiedad por salir de esa situación, ellos estaban ahí en apariencia tranquilos pero sin poder quedarse quietos.
“Bailaban” mientras comían helado, en silencio y mirando a cualquier lado ¡fue genial!. Quizás este ordenamiento se dio sincronizado a una situación celeste, no lo se. Durante ese breve lapso esta coreografía fue cobrando una coordinación aún mas clara: estaban haciendo la figura de un rombo con variables de proximidades entre los puntos, creando combinaciones de diagonales y nexos entre ellos. Cada tanto deteniéndose y volviendo hacia un punto nuevo, la cadencia de sus movimientos reitero que era magnifica, y siempre en el mismo perímetro cercano a la puerta del bar. Luego salió esta señora y se fueron.

Todo volvió a la normalidad.

Esta situación que te he contado es una manifestación simple que tranquilamente pasa desapercibida porque no ostenta su brillo con artilugios, pero si ves con detenimiento el caos en una ciudad, verás que constantemente se dan este tipo de entendimientos silenciosos entre los cuerpos. Lo mas maravilloso es notar que ellos nunca se dieron cuenta de su danza, solo sus cuerpos (accionando y reaccionando según el instinto) y yo (he aquí la maravilla de ver al otro).

Cuando descubro estas situaciones imagino que dentro de la cotidiana maraña de flujos, de golpe determinadas “piezas” se articulan rítmicamente por un breve momento, según algún orden instintivo, y luego vuelve todo al caos habitual, hasta que nuevamente vuelvan a suceder estas sincronicidades rítmicas. Son como los movimientos de las manadas. Pero fundamentalmente cuando veo estos acontecimientos soy consciente que de alguna manera (aunque sea indirectamente) algo tuve que ver en el asunto, aunque mas no fuere para que ello se muestre ante mi dandome alguna pista de algo.

Si tuviese que buscar metafóricamente dos elementos materiales que capten perceptivamente el gesto y las formas cambiantes (en sus variables de adaptación y/o de avasallamiento) aconteciendo en las interacciones entre las personas y las cosas, creo que encontraría en la cera, y opuestamente en la miel, sus mas fieles símbolos.


La danza con helado al frío polar.

No quise dejar de compartirlo, pronto te cuento sobre un hombre que se ató las zapatillas de una forma poco probable.

Hasta pronto,

El Crudo

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