martes, 10 de abril de 2012

CARTA AL DESTINO 8: "Una noche en San Bernardo"

Querido amigo,

Quiero anticiparte que no leas esta carta si sos vulnerable al exaltado devenir ocasionado por la espontaneidad del ser humano frente a una derrota.
Te quiero contar sobre una de las mas desconcertantes puteadas que he escuchado en mi vida, y se que al compartirla quizás genere una polémica en lo que refiere a tu concepción del mundo.
Así es, las siguientes palabras van dedicadas a la osadía y libertad del uso del lenguaje en un contexto adecuado a cruzar límites, a lo maravilloso de un juego y una de las máximas expresiones de profanidad que existe en los seres humanos, la puteada.

Resulta que un día de estos que pasaron estaba jugando al pool en una fonda con luz de tubo y densa humareda, habitandose allí dentro la atmósfera de un crudo bar (club) a la vieja usanza. ¿El sitio? Por supuesto, lleno de borrachos felices desafiándose en este juego, el villar o en el ping pong (si vos vieras el espectáculo). Retomo, estaba en pleno estudio de campo, cuando de pronto escuche en la mesa contigua un vozarrón sin vergüenza, grave y penetrante: “¡Pero la pija de Dios! ¡La pija de Dios!", gritaba un muchacho luego de haberle pifiado a su tiro (desde ya esa frase de una dama sería imposible de imaginar, no tanto así viniendo de un hombre). Me preguntaba como era posible la desfachatez de este muchacho en pronunciar semejante expresión irrespetuosa, sin embargo ¡me pareció genial y concreta! una familiar reacción del hombre de invocar a Dios, en las buenas y en las malas, solo que esta vez con un giro inesperado. Por otro lado, supongo que me sentí identificado con ese grito, odio perder con toda mi alma (aunque finjo que me da lo mismo al principio) y muestro los dientes en una competencia, sin embargo, por esos misterios indescifrables generalmente pierdo, ¡es una Injusticia! pero ¡ojo!, soy un perdedor digno.

Bueno, siguiendo con este accidente del lenguaje, debes saber que a partir de ese momento no pude parar de imaginarme variables sentidos de esa "vociferación contundente", llegando a límites impensados hasta ahora: la idea de un Dios que mas que hombre, es un Dios macho e inmortal. ¡Por Dios! una verdadera conquista a la ambigüedad, y sobre todo la aparición de la mas desconcertante paradoja, la de adjudicarle a una idea (La Idea de las ideas), la carnalidad (o la materia de las materias). Sumado a esto, que esta frase se originó como denuncia por haber perdido un puto tiro en medio de un juego de pool (con una copa de alcohol en su mano) adjudicándole la culpa a Él (simbolizado sorpresivamente en su incipiente virilidad, la cual dicho sea de paso, imagino que sería proporcional a su grandeza) por el error propio, ¡que va! adjudicándole una culpa mas de los males de la existencia humana. Finalmente, ésta rasgadura gutural manifestada por el muchacho, deja en evidencia que no importa donde, ni como, ni en que circunstancia, el juego en cualquiera de sus formas adquiere una profundidad tan cruda, sanguínea, y terrenal, como oscuramente luminosa, mítica y ligada al universo. Avasallante idea.

Cerrando esta breve y desopilante carta, me quedo pensando en algunas cosas: Las expresiones lunfardas captan la esencia del hombre (su animalidad, universalidad y pensamiento), y a su vez, (insisto), el hombre (aunque lo niegue) siempre busca diferentes formas y medios para acercarse a Dios.

En fin, dejo acá, sin duda aquella fue una velada ardiente que duró varios tragos de fernet, 9 partidos de pool, 7 de ping pong y un inolvidable grito al destino.

Brindo a tu salud y a la salud de este muchacho, por la felicidad encontrada en la desfachatez permitida.
Hércules también te envía un saludo a su manera, El Crudo

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