miércoles, 28 de enero de 2015

- CARTA AL DESTINO 33: "La intensidad del goce en la duración de un abrazo de amor y un sándwich completo de milanesa."


17 de enero tren hacia Ezeiza

¡Que bárbaro!. Sucedió otro momento magnético de totalidad sagrado-profano y como tal es inolvidable y vendrá al presente del pensamiento cada vez que algún ritmo común conecte con la esencia de este acontecimiento ¡Ay, Madrecita!, el tren como espacio de intimidad pública, germen de momentos verdaderos e impúdicos, es tan disfrutable, siempre te enfrenta con situaciones que cuestionan o aceptan la inevitable convivencia entre lo permitido y lo inaceptable.

Sin mirar a nada ni a nadie en particular descubro a una pareja de enamorados.

Eran entrega pura, inhibían a cualquiera que quería sentarse en el asiento solitario de enfrente, estaban abrazados generando una llave, ella estaba sentada de frente y el la recorría  atravesando su cuerpo abarcando los dos asientos, de espaldas al mundo de frente solo para ella.
Ellos eran un mundo, su mundo; tanto cariño, besándose en suma intimidad porque nadie existía en el mundo mas que ellos y nadie se atrevía a mirarlos tampoco (yo de a ratitos por haberme maravillado nomas). Estaban acariciándose con mucha delicadeza y sin bien esta manifestación de afecto pública inhibía a todos, no era despechada ni exagerada, solo irradiaba mucho amor. Ni siquiera el guarda pudo separar esa unión, intentó hacer su tarea porque vi un gesto corporal sutil que reprimió, y siguió su camino.
Pasaron un par de personas por ese asiento solitario, pero se sentaban y se iban al instante. Tanto amor genera mucha resonancia interna, moviliza y para los que no estamos en el mismo momento es insoportable. El se quedó dormido apoyando su cabeza sobre el hombro de ella muy cerca del cuello y de su cara (en ese hueco penumbroso, maravilloso y secreto) sosteniéndose con un brazo y con el otro abrazándola recorriendo su hombro y apoyando su mano sobre la nuca con suma delicadeza. Ella lo abrazaba entero, y con una de sus manos le hacia caricias sobre el costado de la cara (yo alcanzaba a ver el movimiento de la punta de sus dedos). Sus rostros estaban separados solo por unos centímetros. El tenia sus ojos cerrados y cada tanto la miraba y volvía a cerrarlos, ella lo miraba también.

Ahora bien, la gloria completa de esta situación viene a continuación, y espero ser buen cronista.

Repentinamente se sentó, para quedarse, en el asiento solitario un muchacho corpulento, de pelo muy cortito, morocho y cabeza redondeada. Este muchacho llego con un sándwich de milanesa gigante en pan francés, completo con todo, envuelto en una bolsa de papel. El muchacho orientó su cuerpo en sentido opuesto-complementario al sentido de los cuerpos de los enamorados.

Entre ambos sentidos formaban un círculo.

Lo maravilloso fue descubrir que tenia ese opulento sándwich al cual agarraba con las dos manos y comía sin pudor, daba mordiscos con el impulso de toda la cabeza (que parecia hundirse en el sandwich) y parte del torso que se apoyaba con sus codos sobre sus rodillas. Sus dientes estaban bien afilados y desenvolvían a la perfección su función de dar un pedazo bien dotado de ese sándwich al cuerpo; no importaba la mayonesa sobre los costados de la boca, el muchacho se secaba con el papel (dentro de su determinante disfrute cuidaba ese detalle). ¡Estaba disfrutando tanto ese sándwich! Estaba totalmente entregado al goce de ese comer, y en ese contexto era perfecto.

Mamita querida, esta situación era una totalidad!.

¿Que mejor complemento de igual intensidad a una situación de amor delicado, que un hombre solitario devorando un sándwich completo de milanesa?.
El goce de devorar y degustar. Ni el pareciera haberse percatado de los enamorados ni los enamorados de este muchacho, sin embargo se correspondían en silencio.

Fue perfecto.

Maravilloso magnetismo que se da entre los cuerpos. 

Solo escribiría una obra de teatro para compartir esta escena, esta escena sería la obra entera.¿¡Que mas!?. Y duraría lo que dura el tiempo en que una persona devora un sándwich de milanesa, la obra mas corta del mundo y a su vez tendría la virtud de cobrar una vida nueva en cada función.

Y solo digo una cosa mas, aprendería a tocar la guitarra nada mas que para tocar la Danza de la Luna de Atahualpa Yupanqui



Salud!
El Crudo


PD: Alguna vez compartiré sobre algunas singularidades del goce y como mueve montañas internas.
PD2: El muchacho terminó su sándwich, se levantó y se fue. A la estación siguiente los chicos se bajaron del tren.



2 comentarios:

  1. Genial observación! Me devoré la crónica, como ese hombre, el sandwich de milanesa!!!

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  2. maravilloso entonces! gracias por tu comentario.

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