viernes, 17 de mayo de 2013

- CARTA AL DESTINO 21: "Variables del enojo 3: El Muerto"


Querido amigo, 

(…)

Aquietado el motor de un ser de mirada hiriente de seca, cuerpo anquilosado y piel sin luz, no siento alegría alguna.  Cuando digo “motor” me refiero, desde mi subjetividad, a que solo se habría tratado del funcionamiento mecánico de un cuerpo andante y no del corazón que muestra al alma, la cual (también desde mi subjetividad) se habría encapsulado a fuerza de dureza, probablemente (y solo es una suposición) cuando su voluntad lo llevó a convertirse en guardián inescrupuloso del hierro y del poder, en sicario, y en quien se creyó tan omnipotente como para decidir sobre la Vida como si se tratara de “cosa desechable” planeando y ejecutando el destino de una sociedad mirada como un conjunto de inexistencias, estorbos que debían ser eliminados sin piedad.

Un hombre que se mueve sin piedad, supongo que es solo mecánico, sin vida en el sentido emocional humano. Yo le llamo “el muerto”, probablemente de esta forma me permita comprender, por un lado, lo que de por vida me será incomprensible e imperdonable; y por el otro, el origen y el devenir de tal frialdad inviolable, de tal pacto de sangre con la insensibilidad en todos sus aspectos (aun habiendo perdido toda omnipotencia y experimentando la verdadera dimensión de la soledad en la tierra), y finalmente de tal grado de inflexibilidad ni remordimiento alguno sobre sus acciones hasta el último instante de sus secos 87 años. 


(…)

El Crudo

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