miércoles, 26 de agosto de 2015

- CARTA AL DESTINO 36: "La ventana, el niño y la paloma"

Destino, no destino, no se que es tal cosa, nunca lo supe, solo se que miro al horizonte y eso me gratifica como hacer un pozo en la tierra, me tranquiliza, me intriga, me inquieta, me estimula; destino es para mi, hoy, la compañía invisible y escucha de un amigo que esta muy lejos y a quién no se si volveré a ver, como sucede entre el sol y la luna.

Hércules, todo negro, me mira fijo y redondo, no pestañea, esta quieto, tan quieto que desaparece y parece de piedra, no hay intencionalidad en su cuerpo de coleóptero; yo lo miro fijo, pestañeo, estoy quieto pero me muevo inevitablemente, mi cuerpo de humano siempre se mueve impulsado por el corazón, que es un misterio.


Hace dos días me sentía un poco invadido por el pasado, recuerdos que me perdían en un espacio detenido de por vida; miraba por la ventana(*) hacia el horizonte del Río de la Plata, los edificios, pájaros volando y en las antenas; los árboles del parque, la gente caminando, todo estaba ahí en su mundo y yo en el mío invadido convirtiendo todo en pasado; hasta que repentinamente como un flash suave y maravilloso presté atención a una situación inolvidable:

Desde la enorme distancia, vi a un niño corriendo una paloma enorme con hermosos movimientos propios de quien esta descubriendo una dimensión nueva en la vida: cuerpo, voluntad, velocidad y fuerza (algo que se re-descubre sin cesar en cada etapa del cuerpo). Corrió esa palomota hasta que se tropezó y esta salió volando. Tan simple, tan gracioso y tan real correr una paloma y tropezarse. 

El niño se levantó sin preocupación y cambió el rumbo que estaba ahí nomás. Mira hacia su derecha, y a menos de un metro ve un nuevo desafío: pasar de lado a lado de una pared a media altura. Se para en frente a esta sin pensar y se tira encima del mini paredón curvo queriendo cruzarlo, pero queda a medio camino en equilibrio haciendo fuerza. Baja y se va corriendo en la dirección en la que salió volando la paloma (destino que estaba fuera de mi vista y la inercia de mi imaginación construyó algo muy hermoso que no tenía forma de nada en particular, solo plenitud) 

¡Volvió! (sabía que esa valla no lo iba a dejar vencido) pero esta vez se detuvo un instante frente al paredón, imagino que tomando coraje, y nuevamente repite exactamente el mismo movimiento corporal. Que increíble que aún mirando esa situación a esa distancia en la que me encontraba, desde la cual no podía distinguir rasgos de su pequeño rostro, podía sentir la fuerza que estaba haciendo para lograr pasar del otro lado la pierna izquierda. Nuevamente quedó en el aire suspendida buscando subirla y ¡lo logro! ¡Subió todo el cuerpo y pasó del otro lado! Maravilloso. Y mientras yo estaba exaltado de felicidad, el sin festejar abiertamente siguió corriendo hacia otro pilar mucho mas bajo, ya no parecía desafío para el...todo seguía su curso…


Ser feliz por una pavada, eso si que esta bueno.

Pasado, presente, futuro, ¡que mas da!, es todo una misma cosa que se muestra en capas de transparencia. Y nada mas real que la tierra para tomar conciencia del cuerpo.

Hércules me sigue mirando, inmóvil, no le interesa nada de lo que acabo de contar…porque es un coleóptero.

¡Viva!

El Crudo.


(*)¿siempre habrá ventanas cuando se viaja al pasado?

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