domingo, 2 de septiembre de 2012
CARTA AL DESTINO 12: "Lo difícil es encontrar piedras que esconden diamantes"
Querido
amigo:
Soy un vil producto de mi ciudad, un
tipo radicalmente contradictorio, y Ella, Buenos Aires, tan amable y cruel se
esmera en profundizar mi condición.
Día a día (a veces de momento en
momento) paso de extremo a otro: soy un extraño y/o imprescindible, estoy
cercano y /o distante, la amo y la odio, en fin nada nuevo; sin embargo, muy
pocas veces me encuentro en un punto medio o veo que existe un punto
neutral, mas bien diría no neutral sino de entendimiento, donde se produce una
comunión entre polos, un equilibrio magnético en el cual por un momento se da
el envidiable equilibrio dentro del caos. ¡Ojo mi amigo!, con este equilibrio
no estoy refiriéndome al orden. No entraré en detalles en esta carta, solo te diré que el orden y Buenos Aires, no son buenos amigos.
Hace pocos días, un mediodía de frío,
mientras caminaba por ahí junto a otro amigo entrañable (a quien probablemente
nunca mas volveré a ver). En un momento dado mirábamos una situación de pesca
en ese punto específico en la ciudad, y descubrí en ese justo momento que las
personas estaban –ahí mismo- sus expresiones los mostraban sinceros y sin muecas.
Definitivamente por ese instante olvidándose y olvidándonos de las situaciones
vitales mas allá de esa frontera (la que une el océano, la tierra y el aire) la cual ahora se que se trata de un no-lugar, un punto de mezclas, allí mismo se da una
alineación entre el cielo, la tierra y el infierno. En fin, todos habitando en
ese espacio-tiempo verdadero, claro y preciso; gentes del aire, del agua y del
fuego. Allí en ese menjunje se veían sonrisas y rostros llenos de verdad, entre
la luz y la oscuridad. Todos éramos ese espacio, un Momento
cargado de Ser. Allí en ese lugar cargado de vitalidad, la vida solo se trata simplemente de eso, pescar,
respirar, reír, mirar al horizonte, soñar, desear, y sobre quienes recibiesen la
fortuna del río, comer luego su pesca.
Salimos de esa frontera...vuelve todo a
su curso natural citadino, los extremos, pero yo no soy el mismo.
En aquel momento cerca del río se produjo un entendimiento entre las personas que por allí transitábamos, fué un momento completo y en contraposición a ello vi claramente una cosa: Encontrar piedras que esconden diamantes no es tarea sencilla. En nuestra
inevitable necesidad de vernos reflejados en el mundo, muchas veces nos es imposible ver mas alla de nuestro ombligo. A partir de ahora repudio el
fetichismo dibujado como un “orgullo por lo genuino de una sociedad ”. Seré mucho mas cuidadoso. Descubrir expresiones vitales
sobre aquello que veo como “genuino” implica no olvidar que “aquello” que en
apariencia lo muestra no es solo ese fragmento visual frente a nuestra mirada como si se tratase de
una mera imagen postal. Las postales
son una mierda.
Hasta muy pronto, hay mas tinta en el
tintero.
El Crudo
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