jueves, 6 de septiembre de 2012

CARTA AL DESTINO 14: “Para Ulises”



¡Atento amigo! 

Dentro de las paradojas mas resonantes que acontecen durante la vida cotidiana creo que la mas descarada es querer llegar a tiempo y usar reloj en Buenos Aires.

Fue una tarde, mientras caminaba por ahí que volví a cruzar frente a una de las casas que siempre llaman mi atención, genera una ambigua sensación de tiempo secreto, como si fuera un reflejo cargado de ser. Es!, a raudales. Sucede que cada vez que la miro todo en su frente indica que allí no habita nadie, siempre esta cerrada, pero siempre esta presente. Su rostro rosado viejo gastado al amarillento claro, piel rugosa con rasgos de moho en sectores, pliegues y surcos puros, geométricos; sus puertas y ventanas de madera terminadas con estilo depurado pero ascendente. Una ventana esta abierta. Alguien la habita, quizás sea el tiempo.

Digamos que siento como un suspiro de gigante cuando la miro. Nunca me detengo, pero cuando por allí paso simultáneamente mi pensamiento se detiene en esta frase “El misterio del hombre detrás de la máscara”, sigo caminando.


Ese día cambié el rumbo, entré por calles que nunca había transitado y me representan un riesgo. Mi cuerpo se tensionó, no miré a nadie pero mi piel se llenó de ojos, nada nuevo. De golpe pateé un pedazo de papel, estaba doblado, pero en su cara a la vista decía “Para Ulises”;  en un acto de gran refinamiento y destreza olímpica, lo agarré y descubrí que no era solo eso...


Para Ulises

El Tiempo tiene un alma y juega a las cartas con nuestra astucia para evadirlo.

Emprendiste un regreso, regreso cercano a lo imposible, y aquí siempre estuve. Luego de las últimas noches, en las que no hubo divisiones con el día mas que por los sonidos del afuera, te fuiste a la batalla. Sos un Héroe, tu verdadera vida te aguardaba ansiosa lejos mío.
Desde entonces fuimos de tanto en tanto encontrándonos en sueños, belleza pura. Nuestras palabras encontraban ligazones, eso era real, trascendente; amaba esa sombra, el reflejo material de tu alma. Me completabas hasta en la ausencia. 

En un momento dado la belleza se convirtió en prisión, te buscaba en todos aquellos que intentaban acercarse. No veía en ellos mas que una versión ficticia de tu gesto, ninguno se te acercaba. Me vi como una estúpida, ¿que esperaba si vos no estabas cerca?. 

Era prisionera de este amor. 

Las palabras ya no me acaparaban, me secaban la carne. Nada mas seco que un cuerpo que se olvida a si mismo. Me olvidé de mis dedos, de la planta de mis pies, de mis pantorrillas, del volumen de mis muslos. Mis rodillas se convirtieron en piedra, mis glúteos se ablandaron y la base de mi columna dolía, mi espalda no tenía ojos. Olvidé mis omóplatos, mis clavículas, se plegó mi cuello, mis brazos no sentían al viento (no tenían fuerza, estorbaban); olvidé mi panza, mis pechos, mis lunares, mi boca se hundió, mis ojos no encontraban nada, mi pelo se oscureció en la sombra; el gesto de mi cara era el del olvido y mi sexo era una máquina...mi cuerpo lentamente fue convirtiéndose en una nuez.

...Ahora se que el olvido es la verdadera muerte , pero también se que la voluntad es su peor enemigo...

Un día me encontró el Instinto, se presentó todo negro, vigoroso y lleno de luz antes de mi muerte final y desperté, y así también despertaron mis sentidos. El instinto despertó mi Cuerpo todo y pude verle el rostro. Desde entonces he emprendido una nueva búsqueda, él y yo.

El tiempo es una masa informe entre evolución y permanencia, cada uno debe encontrar sus proporciones, mientras va avanzando.

Ulises, quise decírtelo muchas veces, fue necesario evolucionar para no morir. En definitiva, en esta historia siempre fuimos personajes secundarios, y por ello somos eternos.


Perdón


Penélope.

Ps, aún y siempre seré la misma que solo vos conociste, y la que nunca podrás conocer.


(...)


Querido amigo, insisto, el reloj es un engañador del tiempo (ya volveré sobre este tema, hoy el azar me desvió a esta carta). La marea me hizo encontrar una botella, pero no soy este héroe; vuelvo a tirarla, Ulises es quien debe leerla. La vida es un entretejido invisible, he llegado a tiempo para saber que ellos existen y que ella nunca lo olvidará.

Que poder sobrenatural es el azar.

Hasta otra,
El Crudo.


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