lunes, 10 de septiembre de 2012

CARTA AL DESTINO 15 : “Hércules no ha muerto”




Querido amigo,

Tu corporeidad trágica es esa masa informe, producto de la fuerza interna de todos los hombres (los vivos y los muertos), de la fuerza interna de la naturaleza, y del cosmos. 
Se que cobras la forma de lo que cada uno mueva de si mismo, y en resonancia también lo que del movimiento de los demás repercutan en uno. Nada esta determinado, todo esta en construcción; esta corporeidad es una fuerza divina, es intangible pero es asimilable, es energía. 

Por ello, a esta carta la arrojo simultáneamente al aire, al agua, a la tierra y al fuego. Esta carta no ha sido escrita con tinta, sino con mi pensamiento sanguíneo, mi suspiro, mis lágrimas, mi corazón. Con esta carta quiero pedirte una excepción, es una estupidez de mi insensatez, lo sé; además es ambicioso y no corresponde al hombre, porque de alguna forma lo que quiero pedirte es basado en el deseo de descubrir el secreto del tiempo. 

Amigo, pretendo ver con amplitud.

Verás, necesito encontrar a Hércules, lo he perdido, no lo puedo encontrar; y quizás si miro la inmensidad, quizás, pueda rastrear por un instante donde esta su presencia. La vida es finita e insignificante, pero él es inmenso, y viene de viaje desde otros tiempos. 



Sucedió la semana pasada mientras caminaba por ahí como siempre en la búsqueda, que pensé inesperada y usualmente en mi gran compañero. Acostumbrado a su presencia incondicional no me había percatado que no estaba. Lo busqué por todos lados pero no estaba presente, se había ido. En principio no me preocupé porque sucede a menudo, es cosa vital, cada uno va hacia donde la fuerza del instinto lo mueve. Sin embargo esta vez lo extrañé mas que nunca, algo me hizo sentir vacío.


De golpe tuve el peor temor que pueda un hombre sentir, “Hércules ha muerto” Pensar en ello mientras se esta vivo se asemeja al terror que genera entrar en un bosque frondoso de tan salvaje y tratar de encontrar ese punto ínfimo e inabarcable que se oculta entre el absoluto detenimiento, la absoluta oscuridad; y el absoluto movimiento, la absoluta luz…

Mientras sigo caminando sigo pensando en Hércules mas que nunca, ¿a donde estará?, y voy re-descubriendo ese horrible miedo que no es tal cosa por el hecho en si de pensar en la muerte (instante que nos une a la energía del universo; en el que el cuerpo físico ya no importa porque es materia orgánica, como tal perece y vuelve a la tierra; instante que resume todos los etcéteras) sino por todo "lo otro" y por el dolor. Entonces me di cuenta que el temor a la muerte es el tormento que nos queda a quienes quedamos >acá< en el presente, vulnerables, en la conciencia del tiempo y del cuerpo, añorando esa presencia imprescindible. La muerte es la muerte, y solo podemos saber de ella quienes seguimos andando, el muerto no sabe de esto, se ha convertido en luz y silencio.
El miedo a la muerte es entonces el dolor de los que quedamos vivos cuando alguien querido cierra sus ojos para siempre.  La muerte se encarna en los restos de los vivos que quedamos. 

En fin, caminar me hace encontrar sentido, convertir la nada en forma germinal, es necesario para no enloquecer. Construyo un pequeño castillo con la forma de este miedo y este dolor, y será la casa que habitaré mientras sea necesario para luego hacerla fuego y cenizas...
Que mas da, no alcanzo a ver el tiempo amplio, no puedo ver la inmensidad ni sus causas y efectos, eso no es tarea de un hombre insignificante como yo; eso querido amigo es tu tarea trágica y tu mirada secreta...

(...)

¡No! ahora lo sé, Hércules no ha muerto, no puede morir nunca….pero ¿donde esta su cuerpo?.  Desde aquel día el vacío que Hércules me ha dejado con su viaje aún es seco y cortante de tan frío...lo extraño, él es mi amigo mas profundo.
...si, debo seguir caminando, es la fuerza del instinto...
...si, él es un viajero del tiempo, ya me encontrará...

(...)

Sin embargo, me siento tan solo.

¡¡Hércules!! 


El Crudo

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