lunes, 24 de septiembre de 2012
CARTA AL DESTINO 16 : “ Siguiendo la huella”
Barracas, 22 de Septiembre 2012
Querido Amigo,
Se que estas últimas cartas no son
de ágil lectura. Si estuviera en una
cornisa no la lanzaría, te la leería tan fuerte como un grito. Porque estas
cartas son escritas así mismo, gritando.
Sigo una huella profunda, ¿acaso un ser tan pequeño en este Universo
puede dejar un rastro tan hondo? Por donde miro esta su sombra. Pero la luz
engaña a la vista, encandila, adormece, no debo confiar en lo que mis ojos ven,
debo seguir el rastro de la Luna, ella vibra en la frecuencia del Tiempo, ella
develará el origen de las pistas.
Sigo y pienso en la Naturaleza, como lleva y trae según considere que
encuentra equilibrio. La vida transcurre según sus designios, es la verdadera Madre.
Por ello cuando existe un ser que irradia tanta luz que compite con el Sol, este
se enfada y debe devorarlo. ¿Acaso esto le habrá sucedido a Hércules?. No creo, con su astucia, se las debe haber
arreglado para suavizar su ira. Siempre tuve la intuición que Hércules no era
solo de este presente, sino que en su pequeñez acarreaba todo el pasado y el
futuro, aunque solo estuviera >ahí< moviéndose en sus patitas, comiendo,
y acompañándome desinteresadamente en este mundo de los humanos.
Mientras camino dejo pasar el nudo en el pecho. Estoy materializando
este vacío mientras el cuerpo busca equilibrio en su tensión con la mente. Es
la ley de la Subsistencia: “hay que saber sumergirse en las profundidades y
saber volver a la superficie”. La vida esta >aquí y ahora<, lo sucedido
ya es cicatriz aunque se que esta nunca cerrará del todo. La memoria del Cuerpo
hará que vuelva a doler en momentos determinados. Es la ley del Olvido: “la única
muerte es el olvido, no se olvida a quien se ama”
Sigo el rumbo y siento que estoy cerca de recuperar la calma. Pero cada
acto cotidiano me genera un gran esfuerzo. Mi cuerpo olvida que esta triste aunque
mis ojos están cansados, mi espalda esta curva y tiesa, mis manos arrugadas,
mis uñas se quiebran; siento la piel seca, tomo agua y no dejo de tener sed,
siento hambre, mucho hambre. Es el vacío, el temible vacío seco.
De golpe vi un destello dorado y me trajo nuevamente a la conciencia
del cuerpo. Aquí estoy. Cualquier acento
que muestre una diferencia revuelve mis entrañas. ¡como me atrevo a olvidar!,
¿como puedo dejar ir a mi amigo?.
Ninguna otra persona sabe que nos unía un lazo cargado de sutileza,
tan fuerte y flexible como la seda de la araña. Quizás alguien de mi mundo
supiera que Hércules es mi gran amigo, y que me ha dejado un vacío del tamaño
de lo que no se puede nombrar; también se lo que me diría: “algún día debo
dejarlo ir”, si, no hay que resistirse a lo que es Naturaleza.
Ahí nomas recupero la voluntad del cuerpo, sigo adelante, la huella se
hizo brillante. He de buscarlo en aquello que le dio origen, Hércules es del
color de la noche, hacia allí me dirijo. Creo que este momento es solo un rulo
del tiempo que me oculta su cuerpecito, como un pliegue de sábana y Hércules
entre medio. En algún momento de error, la misma Naturaleza (que a veces también
se equivoca) me dejará encontrarlo.
Sigo apasionadamente construyendo el castillo que algún día se
convertirá en fuego.
Debo atravesar el miedo a la oscuridad, este tránsito es en soledad;
aunque mi instinto sabe de subsistencia, la soledad es imposible.
El Crudo
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